¡Hola a todos! ¡Soy Ángel Almeida!
Hoy me pongo mis gafas de observar a fondo, porque vamos a hablar de un artista que es un referente absoluto para cualquiera que, como yo, cree en la figuración sin filtros: Lucian Freud (sí, el nieto del gran Sigmund, aunque él fuera por libre).
Freud fue uno de los grandes maestros del siglo XX, pero su aproximación al retrato no era la de un pintor, ¡sino la de un cirujano! Olvídense de la idealización, de las poses bonitas y de los colores de tubo. Freud iba a la yugular, a la imperfección, a la carne cruda y, lo más importante, a la condición mental de sus modelos.
Si creéis que hacer arte es fácil, esperad a ver cómo trabajaba este genio.
🎨 La Furia Lenta: Una Pincelada a la Vez
El método de Freud era una locura de paciencia y concentración. Y aquí, como galerista y artista, es donde me quito el sombrero:
- La Observación Intensa: Se acercaba al modelo, lo miraba muy intensamente (casi te traspasa) y solo entonces…
- La Dosis Mínima: Mezclaba los colores en su paleta de mano, buscaba el tono exacto y solo daba una o dos pinceladas en el lienzo.
- La Limpieza: Acto seguido, limpiaba el pincel. ¡Y vuelta a empezar!
Este proceso lento y obsesivo no era capricho. Era su manera de construir el estilo y de encontrar aspectos que la mirada superficial no capta. Como él decía, la capacidad más importante del pintor es la observación atenta y sostenida. Es esa Tensión de la Materia llevada al límite.
⏳ Sesiones de Pose que Son Terapia (o Tortura)
Freud pintaba siempre del natural. ¿Qué significa esto? Que sus modelos se echaban un buen rato en el estudio. No hablamos de una tarde, sino de semanas o incluso meses de poses.
Pintaba de cerca, desde ángulos oblicuos, y se movía constantemente alrededor del modelo, lo que explica por qué a veces la perspectiva varía en la misma obra (mirad The Pearce Family). Sus modelos a menudo estaban leyendo, durmiendo o simplemente existiendo (Annabel Sleeping es un gran ejemplo). Esto no es solo composición, ¡es psicología aplicada al óleo!
🐦 El Blanco de Plomo, el Petirrojo y el NO al Tubo
Freud era un fundamentalista de la mezcla. Nunca jamás usó un color directo del tubo. ¿Por qué? Porque el color, para él, debía ser una creación.
- Paleta Terrenal: Decía que le gustaban «todos los colores que se encuentran en el petirrojo europeo»: marrones suaves, grises, verdes. Colores que huelen a tierra y a carne.
- El Rey: Blanco de Plomo: El pigmento más importante de su paleta. Creía que este blanco daba a las carnaciones una textura que ningún otro lograba. ¡Un detalle técnico brutal!
🖌️ Adiós a la Línea, Hola al Impasto
Su estilo evolucionó radicalmente. Si al principio usaba lienzos pequeños y líneas nítidas, luego decidió ir a lo grande:
- El Cambio de Herramienta: Dejó los delicados pinceles de marta y agarró brochas de pelo de cerdo. Este cambio lo dice todo.
- La Explosión de Textura: Empezó a usar la técnica del impasto (aplicar pintura gruesa) con pinceladas violentas y visibles. La figura ya no se definía por la línea, sino por la forma, la luz y la sombra que la propia materia creaba. La pintura se volvió más expresiva, más carnal.
Mi Conclusión Como Galerista: Un Reflejo de Sí Mismo
Freud se obsesionó con meterse bajo la piel del sujeto, sí. Buscaba la psique (¡aunque no le gustaran las teorías de su abuelo!). Pero, la verdad, es que esa persistencia, ese escrutinio intenso, no solo era una forma de conocer al modelo. Era, probablemente, una forma de reflejarse a sí mismo.
Sus retratos (incluso los de plantas y perros) son mapas visuales. No solo nos muestran al retratado, sino la mirada del pintor, su propia lucha y su verdad.
¿Mi consejo? Si quieres que tu obra trascienda, haz como Freud: no busques lo bonito, busca lo real. No tengas miedo a la materia, ¡y menos al blanco de plomo!
Ahora, contadme: ¿Cuál es el retrato de Freud que más os desnuda el alma? ¡Os leo en los comentarios!
Vuestro Galerista y Director, Ángel Almeida.